Un Maestro samurai paseaba por el bosque con su discípulo, cuando pasaron junto a una cabaña de madera, muy pobre, frente a la cual había una familia vestida con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. El maestro se acercó al padre de familia y le preguntó: “En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni de comercio... ¿qué hacen ustedes para sobrevivir?”.
El padre contestó: “Tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días; una parte de la leche la vendemos y otra parte la consumimos, de esta manera vamos sobreviviendo”. El maestro y su discípulo continuaron caminando. Al poco tiempo, el sabio dijo al muchacho: “Date la vuelta, busca la vaquita y tírala por el barranco”. El joven se sorprendió mucho de la orden recibida y objetó: “Pero, maestro, vamos a privarles de su único medio de vida”. El maestro no respondió y el discípulo obedeció su orden. Tiempo después, sin embargo, se sintió culpable y decidió volver a la cabaña para pedir perdón y ofrecerles ayuda. Con sorpresa, descubrió que donde antes había una casucha de madera y una familia harapienta ahora había una hermosa casa de piedra con un jardín florido, un coche y varios niños bien vestidos. Con sorpresa, descubrió que se trataba de la misma familia con la que tiempo atrás habían hablado su maestro y él. Naturalmente, preguntó al dueño de la casa cómo había sido posible ese cambio. Este le contestó: “Al morir la vaquita, no tuvimos más remedio que hacer otras cosas y aprender otras habilidades que antes no teníamos; así fuimos progresando hasta llegar a tener lo que ves”. La moraleja de este cuento es: a veces tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica pero que, al mismo tiempo, se convierte en una rutina, nos hace dependientes de ella y nos impide ir más allá de lo que la vaquita nos brinda. Tira, pues, por el barranco a tu vaquita. Obstáculos puedes encontrarte muchos, podríamos hacer una lista larga de circunstancias que dificultan emprender y crear tu negocio. Aunque dispongas de la información, la formación y las técnicas y herramientas necesarias, no significa que vayas a hacerlo. Muchos procesos se quedan en eso, en la idea de hacerlo. Hay algunos que pueden desarrollar más la idea y llevarla a proyecto, pero tampoco les asegura que arranquen. No te ha pasado alguna vez de tener una idea, irla desarrollando y trabajando en tu cabeza, contarla por ahí a tu amigos, conocidos, compañeros… ¿y de golpe un día te enteras de que se ha puesto en marcha algo que tú habías pensado pero que todavía le vas dando vueltas? A mi sí. La verdad es que pensar es “relativamente” fácil en el sentido de identificar una idea, un producto o un servicio para un público concreto y empezar a pensar en tener tu propio negocio. Buscas información y todo lo referente al “cómo voy a hacer…” pero no acabas de arrancar, no te acabas de decidir y no comprender qué es lo que te está frenando a empezar. Hasta que te das cuenta de que si te miras en un espejo verás qué o mejor dicho quien te lo está impidiendo. Hay varios factores internos que pueden estar frenando tu emprendimiento, vamos a revisar algunos y cómo puedes superarlos, aunque básicamente puede ser alguno de ellos o una combinación de varios, lo más importante es que tomes la decisión y te comprometas contigo mismo, porque si tu compromiso tiene valor para ti encontrarás los cómos sin ningún problema. 1. ¿Y si no soy capaz? Esta pregunta que suelen hacerse muchos, esconde la falta de seguridad y confianza en ti mismo. Si tu no crees en ti, no lo van a hacer los demás, así que tienes que reforzar tu confianza y tu autoestima para que no tengas dudas de que evidentemente serás capaz. Toda esta serie de pensamientos limitantes que se convierten a su vez en creencias pueden hacerte mucho daño y sentirte pequeño, con poco valor y sin merecer éxito o reconocimiento. Estas preguntas te ayudarán: - ¿Por qué no tengo que ser capaz? – ¿Quién lo dice? – Si lo dice otro, ¿En qué se basa? – Si lo digo yo, ¿En qué me baso, en experiencias, alguien me lo ha dicho alguna vez? – Si otros lo han conseguido, ¿Por qué yo no tengo que poder? 2. ¿Y si no me sale bien? Esto camufla nuestros miedos más profundos. Ya hemos hablado de miedos en alguna ocasión. Son suposiciones de circunstancias que no son reales y que vemos como posibilidades poniéndonos siempre en lo peor. Y yo te pregunto, o mejor pregúntate tú ¿Es mejor no intentarlo y quedarte como estas? ¿Es mejor quedarte siempre con la duda de lo que podías haber conseguido solo por no intentarlo? Y creo que no, y te lo digo porque he visto casos de muchas personas que cuando han superado esos miedos y han creído realmente que podían algo, han tenido resultados increíbles. 3. No tengo tiempo. No tengo dinero. El tiempo y el dinero son una cuestión de prioridades. El tiempo es el mismo para todos y cada uno de nosotros decide cómo, en qué y con quién quiere gastarlo o invertirlo. El dinero, aunque cada uno disponga de una cantidad distinta de dinero, he constatado que diferentes personas disponiendo de la misma cantidad de dinero, lo emplea en acciones distintas, así que sigo pensando que es una cuestión de prioridad. Hay gente que lo invierte en producir más o en formarse o en conseguir más y otra que prefiere gastarlo en ocio u otro tipo de cosas. Así que no es una cuestión de tener tiempo o dinero, sigue siendo una cuestión interna y esa excusa es la que te cuentas para justificar la verdadera razón. No pasa nada, pero sé sincero contigo mismo. 4. Si, quiero hacerlo, pero ahora no es el momento. Esta objeción también es bastante común. El hecho de procrastinar (o sea de dejar las cosas para más adelante) es algo que todos hacemos en alguna ocasión. Solo tienes que vigilar que no se convierta en un hábito, un mal hábito y que evite que tomes decisiones cuando las tengas que tomar y no hagas cosas que tienes que hacer. Hay que establecer el grado de importancia y de prioridad en lo que tienes que desarrollar. ¿Cuán importante es para ti hacer eso? ¿Cuál es el precio de no hacerlo ahora? ¿En qué te está perjudicando? Nunca es el mejor momento para hacer algo, para cambiar de trabajo, para tener un hijo, para montar un negocio…el mejor momento es ese en el cual tú decides hacerlo. 5. ¡Decídete! No hay nada peor que las dudas, como decía el maestro Yoda en la guerra de las galaxias: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Tienes que tomarte el tiempo de tomar una decisión, pero es importante que lo hagas. Durante el tiempo previo donde dudas, te acechan todo tipo de miedos, incertidumbres, y sis… etc, pero cuando tomas una decisión, aunque a veces sigas notando las mariposas en el estómago, encuentras la forma de hacer aquello que deseas, porque si estás firmemente decidido y comprometido harás lo que tengas que hacer. Y con eso no me refiero “a lo que sea…”, me refiero a aceptar retos que te acerquen a tu objetivo, a crecer personalmente, a superar obstáculos y a creer de una vez que TU PUEDES.
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