Planificar tus gastos y tener tus finanzas sanas depende de tu interés y capacidad de organización. Mantener las deudas a raya, planificar el gasto y mantener unas finanzas saludables son los factores que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso de una empresa.
Aunque la mayoría las PYMES y startups conoce la ecuación y sabe los riesgos que implica romperla, terminan por adquirir créditos que no pueden pagar y firman condiciones que los ahorcan, sumándose al colapso financiero que es responsable del cierre prematuro. El crédito es una herramienta que bien utilizada puede hacer mucho por el crecimiento, modernización y competitividad de tu negocio sin afectar la cuenta corriente. El crédito se define como un préstamo contraído con un tercero al que hay que reintegrar el monto otorgado en una fecha prestablecida, agregando el interés que representa la ganancia del acreedor. Generalmente, se busca cuando no existe la liquidez para satisfacer las necesidades presentes y se requiere ante ciertos casos específicos. Por ejemplo, para la adquisición de maquinaria y equipo (nuevo o usado) para la modernización de la planta productiva, o bien, para satisfacer la compra de insumos. La deuda no necesariamente tiene que ser mala; de hecho, es una aliada del crecimiento cuando está bien planificada. Se justifica cuando los proyectos necesitan un dinero adicional del que no dispones en ese momento. Para contratar el crédito vale la pena preguntarse cosas como: para qué se necesita, qué objetivos de negocio va a satisfacer, cómo y en qué rubros se va ejercer, qué condiciones ofrece, qué tan ventajoso resulta y cómo y en cuánto tiempo va a pagarse. Si tienes las respuestas, muy probablemente estés listo para adquirir la deuda; si por el contrario, tienes dudas o no encuentras contestación, el consejo es que consideres otras alternativas. “Jamás hay que pedir crédito cuando no se tiene claro para qué se va a usar y cómo se va a pagar. Lo mejor es hacer un business case que te ayude a entender la rentabilidad del costo de ese dinero. Por ejemplo, si necesitas $100,000 para invertir en maquinaria y esa maquinaria te va a dar ventas por $120,000 está bien; pero si tu análisis revela que de intereses vas a pagar $30,000 ya no salieron las cuentas. De ahí la importancia de medir el riesgo. ¿Qué hay con quienes desean pedir un crédito cuando el negocio está empezando, tiene la categoría de proyecto o existe un sobreendeudamiento ya? ¿Vale la pena endeudarse? En estos casos se recomienda cautela, pues si bien el crédito es una opción de desarrollo para una empresa en marcha, si tienes una idea de negocio en ciernes (o sólo sobre papel) o una deuda previa, puede representar un obstáculo debido a la incertidumbre en materia de liquidez, esto también aplica para las empresas con deudas previas que desean adquirir nuevo financiamiento. Es erróneo pedir crédito para pagar otro crédito. Si has sido buen pagador tal vez alguien te quiera financiar para llevarse el crédito anterior. El problema surge cuando sumas más crédito a una línea que no puedes pagar; es agregar más deuda y poner más estrés a tus finanzas, lo cual no vale la pena. En estos casos, lo mejor es analizar otras opciones, como el famoso friends, family and fools o el crowdfunding, que representan la posibilidad de acceder a capital a un costo nulo, menor o más amigable. “Incluso, antes que buscar un crédito adicional, vale la pena ver la alternativa de sumar un socio inversionista; así divides el riesgo y el golpe no es tan duro. Un crédito, por más barato y flexible que parezca, es una deuda que exigirá tu compromiso constante y un esfuerzo financiero adicional. Tenemos una estadística que indica las tres principales causas del sobreendeudamiento: mal manejo de las finanzas personales (51%), imprevistos (18%) y búsqueda de liquidez para el negocio (8%), a esto se suma el hecho de que cuatro de cada 10 personas no suelen hacer presupuestos e ignoran cuáles son sus ingresos y egresos, dando como resultado un colapso financiero. “Cuando no conoces tus ingresos y egresos, o destinas más del 30% de tus entradas al pago de deudas, es fácil sobreendeudarse y caer en insolvencia. ¿Cuáles son las señales del sobreendeudamiento? El signo inequívoco es la incapacidad para pagar tus créditos, la imposibilidad de ahorrar y un largo listado de cuentas por pagar a terceros. Si en esta lista la mayoría son proveedores, es un foco rojo urgente de atender. Otros indicadores que sugieren problemas financieros son las deudas con dos o más instituciones financieras (créditos personales y/o tarjetas bancarias) y deber al mercado informal (prestamistas). La buena noticia es que existe la posibilidad de salir de las deudas a partir de una planificación financiera orientada a sanear tus finanzas; todo depende de tu interés y capacidad de organización. ¡Prepárate! Para salir de deudas no hay una receta infalible, pero sí algunas medidas que, si son bien llevadas, pueden ayudarte a salir de la crisis. Un buen inicio consiste en hacer un análisis del gasto. Registra tus egresos de un periodo específico y agrúpalos por categorías. Haz lo mismo con tus ingresos. A nivel personal puedes usar una hoja de cálculo; también hay aplicaciones para ello. Si es para tu empresa, apóyate en software especializado o sigue los consejos de tu contador. El objetivo de esta medida es brindarte un panorama de tus finanzas para realizar un plan de ajuste o reducción de gastos. Analiza qué gastos tienes y evalúa cuáles puedes sustituir. A veces los gastos superan al ingreso que esperabas obtener. Un buen tip consiste en identificar los gastos que puedes cambiar teniendo el mismo resultado. A este respecto quizá valga la pena buscar nuevos proveedores, poner en marcha medidas de ahorro internas o hasta llevar a cabo un recorte de personal enfocado principalmente a “cortar la grasa” y dejar el “músculo. La idea es recortar los gastos y liberar recursos para meterlos a las deudas existentes. Acto seguido, analiza tus deudas: ¿Cuánto debes?, ¿A quiénes?, ¿Cuáles son los rubros? ¿en qué condiciones? ¿adeudas más a proveedores?, ¿debes más a bancos vía hipoteca, préstamos personales/empresariales o tarjetas de crédito?, ¿o tus principales acreedores son familiares y amigos? De lo anterior depende, en gran medida, el plan de acción a implementar. Es muy fácil perder la perspectiva cuando una empresa está con problemas, aunque hay que tratar de calmarse y resolver prioridades. En este sentido, se recomienda resolver primero la deuda más pequeña, la cual puede ser un préstamo personal o alguna línea de una tarjeta de crédito. La idea es liberar dinero caro de manera rápida. Las deudas más grandes pueden amortizarse con pagos adelantados que bajen el interés y reduzcan la presión financiera. Este recurso se aconseja cuando no has perdido capacidad de pago y aún existe capital. Cuando no hay tal liquidez y, por lo contrario, se cae en insolvencia, el recurso a mano es renegociar la deuda en busca de una quita. Esta medida sólo aplica cuando hay morosidad y consiste en un acuerdo entre deudor y acreedor para liquidar la deuda en su totalidad mediante un descuento que oscila entre un 30 y un 90%, según la institución. Hay que evitar adquirir nuevos préstamos si ya cuentas con diferentes deudas a nivel personal o de negocio. Esto sólo puede causar más problemas. Hay otras opciones que vale la pena tener en el radar. Una de ellas es la consolidación de deudas, que permite convertir todos tus pagos mensuales en un pago único, el cual es inferior a la suma de todos tus pagos mensuales actuales. Esta alternativa exige hipotecar alguna propiedad o renegociar; o bien, tomar un nuevo préstamo bancario para realizar la consolidación. Su principal ventaja radica en que el interés es más bajo que el de los préstamos personales y tarjetas de crédito, aunque el plazo suele ser mayor. Los créditos más baratos que existen por el plazo son los hipotecarios. Si piensas pedir un préstamo para pagar otro crédito, piénsalo dos veces. Y a menos que sea basado en la garantía de un bien raíz, busca otras opciones. Acércate a un experto en finanzas y toma decisiones informadas. Recuerda que tu patrimonio está en juego.
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